¡MODESTO BAJA QUE SUBE DON PROFE!
Los profesores tradicionales ralentizan nuestro
aprendizaje.
Estos se creen que lo saben todo, ¿y los alumnos?,
¿en qué posición quedan?
“La humildad del maestro
consiste en renunciar a demostrar que uno ya está arriba y en esforzarse por
ayudar a subir a otros” (Savater 1997; 69). Es más, se niegan a avanzar en su
aprendizaje, porque se limitan a dar sermones con la finalidad de que nos
creamos todo lo que dicen, que lo demos por hecho como si de verdades
universales se tratase.
Ir a clase no consiste sólo en repetir los mismos apuntes de hace diez o quince años o hacer la clase pasiva donde el alumno escucha sin hablar y el que pregunta es por distraído. Al igual que, "La idea
de que la cantidad ha de estar reñida con la calidad es uno de los errores más
crasos de nuestro sistema escolar” (Moreno Castillo R., 2006; 42). Todo esto implica un mal aprendizaje, clases aburridas y antidemocráticas que convierten los pupilos en personas acríticas. ¿Encima se indignan de la ignorancia de los alumnos? Nos echan las culpas y como dice Savater, se olvidan de que ellos son los que nos tienen que sacar de ese desconocimiento ¿No se dan cuenta de que el problema radica en su metodología pedagógica? Claro, como van a ser ellos los que fallan... ¡Pues si sabelotodos! "Ningún niño quiere aprender aquello que le cuesta trabajo asimilar y que le quita el tiempo precioso que desea dedicar a sus juegos" (Steiner en Savater, 1997; 52)
Están acostumbrados a que para nosotros sean modelos a seguir, pero... ¿Por qué? "Los profesores tienen que entender que ya no tienen las llaves del saber. Que el niño se puede informar en muchas partes" (Rascón). Además rebatirles sus ideas no implica ser irrespetuosos con ellos, tenemos derecho a dudar. Negándonos esa libertad de expresión ¿Qué pretenden? ¿Formar personas o marionetas? Porque como afirmaba Wagensberg "Conversar es quizá el mejor entrenamiento que puede tener un ser humano para ser un ser humano", pero "el diálogo no es posible si los interlocutores no tienen voz propia y no saben escuchar" (Cardús, 2001; 252).
Estos maestros no entienden que el aplicar el razonamiento es imprescindible y una competencia que nos exige este siglo y la memoria es importante pero no imdispensable. Ahora bien, no estamos preparados para utilizarlo, pues son ellos quienes nos imponen los conocimientos como si fueran las tablas de multiplicar. Los docentes tradicionales no buscan el cambio porque no han visto la necesidad de él, no obstante, tienen que "aprender a enfrentar la incertidumbre puesto que vivimos en una época cambiante" (Morín, 1999; 46). Esto se debe a que no conocen las virtudes de utilizar las herramientas computacionales en la enseñanza, coartando así, la libertad y creatividad del discípulo.
¿Quiénes
se encargan de enseñarnos, robots o personas? El defecto más importante de un
profesor convencional es el de olvidarse que enfrente tiene seres humanos, con
sentimientos y sueños que si se tratan como máquinas puede que se
insensibilicen y pierdan interés en su realidad, en su comunidad, incluso en sí
mismos.
¡Necesitamos cercanía, confianza e interacción!
La
educación no puede ser la misma, tradicional, inmutable, acrítica y aislada de
la realidad. Mientras sigan habiendo docentes como Moreno Castillo que
sostengan lo que éste decía: "si seguimos reacios a estas necedades, la
cosa todavía puede tener solución. Pero lo más grave es que, si no se pone
pronto remedio, de estos ignorantes dependerá aún más que hasta ahora la
formación de los futuros profesores”, seguiremos viviendo en los años 60.
Dios
nos coja confesados.
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